World Rally Championship

En la ciudad de León, Guanajuato. El pasado fin de semana; se celebró el World Rally Championship. En realidad yo no conozco ni reglas, ni carros, ni pilotos, mucho menos copilotos. Pero es un buen pretexto para juntarse con la bandera e ir a acampar a la orilla del camino por donde corren los automóviles, convivir y chupar al calor de una fogata y salchichas asadas.

El resúmen del viajesín se podría describir con una sola palabra: Polvo. Y no polvo del que todo mundo habla después de una noche de copas. Sino vil y llano polvo; de ese que entra a tu naríz creando mocos del tamaño de un gran charco de agua, polvo de ese que hace que a los lavacoches les dé un infarto a la hora de lavar el auto.

Inocentemente, ofrecí mi coche para subir a la sierra y buscar el lugar de acampar. Olvidé ponerle las llantas de terracería y suspensión de rally; por lo tanto sufrí con cada piedra, bache, zanja, subida terregosa y parada táctica para ir al baño.

Pero el polvo no es toda la descripción que puedo dar de la escapada. Buena compañía, buena música, unos cuantos pomos de whisky, unas micheladas, tiendas de campaña, sleeping bags y autos de carrera hicieron de este fin de semana, un muy buen fin de semana. Así que el sábado, después de empacar todas las cosas en mi coche y en otra camioneta que llevaba un amigo de Omar; salimos a enfrentar 3 horas de pesado tránsito (si! Embotellamiento en la Sierra!) para llegar a nuestro campamento. En el camino, la camioneta del amigo cayó inocentemente en una zanja y debido a la tierra, ésta se atascó. Nos tuvimos que bajar a empujar y después de ver la cara de preocupación del conductor, pudimos sacarla. Luego, en una subida con curva pronunciada; yo tuve que derrapar y quemar llanta, no obstante los sabios consejos de Gabriel, quien me decía que no debía apretar el acelerador a fondo porque empeoraba la situación. Pero bueno, a fin de cuentas; superé esa curva, no así la camioneta que me seguía, a la cual nuevamente tuvieron que empujar para salir del percance... Jojo! (Punto para mi ego de crazy-driver).

Aproximadamente 200 metros antes de nuestra zona de acampar; Omar y Lulú se bajaron al baño, pero el resto de nosotros seguimos hasta encontrar un buen lugar. 45 minutos después y tras un casi colapso nervioso de la hermana de Lulú; Silvia. Nos encontraron en la oscuridad minutos después de haber armado las Tiendas de Campaña (para mí que se fueron a Pasionar o escaparon del trabajo que significa armar el campamento). De cualquier manera, para entonces destapábamos nuestra segunda botella de Whisky. Una hora después, de manera casi milagrosa; nos alcanzaron Choco e Iris, quienes habían salido (curiosamente) una hora después de nosotros. En el camino, se tomaron el alcohol que les habíamos pedido traer...

El resto de la noche, nos dedicamos a escuchar los chistes de Choco, a insultar a la mamá de Omar por comprar sólo 3 botellas, a crear una fogata con carbón, a calentar salchichas e inocentemente creer que se podían preparar papas envueltas con papel aluminio (para descubrir que si, pero que sabían mal) y a dormir escuchando la variada música que los miles de espectadores habían llevado con ellos.

La mañana siguiente, despertamos y desmontamos el campamento. Desayunamos cheetos con sabritones y unos suertudos desayunaron atún con salsa picante (a mí me tocaron sólo 2 tostadas). Caminamos 3 metros hasta la orilla del camino y nos dispusimos a ver pasar a los autos. Yo, como todo buen novato del asunto, me asombraba con cada coche y con cada curva que les veía dar (y eran las mismas curvas por las que tuvimos que pasar la noche anterior). Pero Gabriel, ávido fan del automovilismo; me decía: "Algo pasó, porque no están corriendo como normalmente lo hacen". Y efectivamente... Poco tiempo después nos enteramos que el tramo en donde nos encontrábamos; había sido cancelado debido a un accidente o algo así.

Compramos unas micheladas y esperamos hasta que el tráfico se fuera desazolvando para emprender el camino de regreso. Vimos una camioneta destrozada y varios coches con ponchaduras y vidrios rotos, todos ellos producto de la irresponsabilidad y complejo de superioridad de los conductores y sus consecuentes volcaduras (o eso me gustaría pensar. Como buen chilango, me gusta que mis atorones en el tráfico valgan la pena y de perdida ver un muerto o uno o varios coches hechos chatarra). Fué un muy buen fin de semana y espero con ansias el año 2010. Cuando el Rally regresará a México.